Para aquellos que cultivan sus propias frutas y verduras, ningún jardín está completo sin unas pocas plantas de tomate. Los tomates son susceptibles a una variedad de plagas y enfermedades fúngicas que arruinan una cosecha si no se tratan. El sulfato de cobre, un fungicida y bactericida fácilmente disponible, evita que muchas enfermedades fúngicas se desarrollen en las plantas de tomate. Cuando se mezcla con agua, el sulfato de cobre libera iones que son tóxicos para los hongos pero relativamente seguros para las plantas tratadas. Aplica el sulfato de cobre al principio de la temporada de crecimiento para evitar que los tomates se pierdan por una enfermedad inesperada.
Consejos para aplicar cobre a los tomates
Planea rociar las plantas de tomate con fungicida de sulfato de cobre en un día fresco y tranquilo. No apliques sulfato de cobre en un día muy ventoso o lluvioso.
Ponte una camisa de manga larga, pantalones y gafas protectoras antes de rociar con sulfato de cobre. Esta sustancia química puede causar lesiones en la piel y en los ojos.
Llena un rociador de mano con 1 galón de agua y 4 cucharaditas de sulfato de cobre. Mezclar bien.
Coloca una boquilla de cono hueco en el rociador manual para obtener mejores resultados de aplicación. Las boquillas de cono hueco rocían gotas medianas y finas de 0,01 pulgadas que cubren la planta completamente.
Rocía las plantas de tomate con sulfato de cobre de dos a cuatro semanas después de transplantarlas a tu jardín. Cubre los tallos de la planta y la parte superior e inferior de las hojas con el spray. El fungicida ayuda a prevenir diferentes plagas.
Repite la aplicación de sulfato de cobre de nuevo cada siete o diez días. Tendrás que aplicar el fungicida más a menudo en tiempo húmedo o mojado.
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